Como personal de salud, tenemos que atravesar día a día con muchas situaciones relacionadas con los pacientes mientras brindamos nuestro servicio. Existe una en común que sale a relucir al momento de las reuniones de personal, se trata de la necesidad de hablar del paciente. Desafortunadamente debo decir que la gran mayoría se refiere a esta situación en modo de queja, el volumen de pacientes que se atiende no permite dedicar tiempo a una amena charla, por más que quisieras hacerlo. Les hablaré sobre mi experiencia personal, hago práctica privada, y además, trabajo en un centro de salud a nivel público. En la privada, los pacientes suelen ser programados, puedes dedicarle un poco más de tiempo, pero en la atención pública es otro asunto, tienes un tiempo establecido, en 8 horas toca ver 18 pacientes, lo que da a 26 minutos por paciente, hay tratamientos que es imposible hacerlos en este tiempo, y jamás podrás dedicarle tiempo extra a una charla. Sin añadir, que de estos 18 pacientes, 10 se plantan para hablar en plan, largo y tendido.
Desde nuestra formación casi que nos graban la idea que, esa necesidad de hablar se da como un mecanismo de regulación por los nervios o ansiedad que le puede producir la atención que están por recibir, tratando de alargar el momento de esta manera. Pues que me diga quién va al odontólogo saltando de felicidad. Pero luego al notar que es algo general, que sucede en los otros servicios, me ha hecho preguntarme desde hace algún tiempo por las necesidades del paciente, aquellas que van más allá de los tratamientos por los que vienen. Cuando le das pie a los pacientes para hablar, suelen crear una relación de confianza, me sucede a menudo, dentro del tiempo limitado que tengo trato de darles tan siquiera unos minutos para hablar. He descubierto que muchas veces esta necesidad de hablar son reflejo de otras situaciones que se pueden estar presentando en su entorno, conflictos familiares, maltrato doméstico, abusos y la precaria situación económica por la que puedan estar atravesando.
Existen casos tan complejos que han requerido la referencia de esos pacientes con psicólogos, la satisfacción de ver a algunos salir de ese abismo en el que estaban es enorme. No sé si en otros países la atención sea de esta manera, pero el personal de salud debe ser receptivo, muchos de esos pacientes me han dicho que pasaban por otros servicios del hospital y los otros profesionales no le dieron esa oportunidad de hablar, pasaron desapercibidas sus situaciones. Si bien es cierto, no podemos resolver su caso, pero sí podemos referir a aquel profesional que puede brindarle la ayuda necesaria como son los psicólogos, cuando exista una clara problemática. Tengo claro que puede ser que para algunos el hablar sí los ayude a aplacar la ansiedad del momento, pero independientemente de la causa que sea, dentro del poco o mucho tiempo que tengamos para atender a cada paciente debemos dedicar aunque sea unos pocos minutos para escuchar, ya que hablar puede aliviar su carga, y no solo nosotros, esta puede ser una tarea de todos, pues esta situación también se da en las salas de espera y aplica a nivel personal.
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